Un brazo de la noche
entra por mi ventana.
Un gran brazo moreno
con pulseras de agua.
Sobre un cristal azul
jugaba al río mi alma.
Los instantes heridos
por el reloj pasaban.
Asomo la cabeza
por mi ventana, y veo
cómo quiere cortarla
la cuchilla del viento.
En esta guillotina
invisible, yo he puesto
las cabezas sin ojos
de todos mis deseos.
Y un olor de limón
llenó el instante inmenso,
mientras se convertía
en flor de gasa el viento.
(Federico García Llorca, excerto de Nocturnos de la Ventana)